Vemos sobre el escenario la pobre casa de Dulce, la puta que nos recibe con su única amiga: Perlita, la gata gris que le es fiel hasta la muerte. Dulce habla directamente al público, sin ambages, con detenimiento y dulzura sobre lo que ha sido su azarosa vida. De su hombre Matarlo, que de macarra pasó a enfermo crónico y a quien ella tuvo que cuidar durante 30 años de sus achaques tísicos—. De la casa donde hace años Dulce ofrecía sus carnes entonces tiernas…. De la Sra. Teresita, la déspota institutriz y de loa-quin el del Bar que entre ‘hostias” echaba mano al bolsillo para dejarle 1.000 ptas…. Y nos sigue hablando de tantos otros personajes que acompañaron en su vida a esta puta, abrupta en vivencias, esperpentica, gritona y parlanchina. Una comedia vital y melancólica. Un ritmo de Fado. Una puta vieja del Barrio Chino. Otra victima que lucha contra el rencor. Una anciana en el laberinto de callejas sin futuro. Pero no hay drama. Sólo el pasado está presente en la cabeza con fuerza tozuda. El presente es un achaque y nada más. Pensar es recordar, o un ajuste de cuentas con la mala suerte, la injus-ticia, la miseria, la humillación. Pensar es denunciar. defenderse, afirmarse. confensar que se ha vivido mal para negar el impulso de muerte. Y otra vez de vuelta al presente, a dominar la tristeza, que quita ganas de vivir. Las putas no se jubilan. Una puta sola. una puta sabia, una puta buena. Dulce es nombre de mujer.